A eso de las siete, justo cuando se estaba por largar a llover, llegamos a Okaukuejo, el camping / resort en el que nos teníamos que encontrar con nuestros amigos. Armamos la carpa a las apuradas, Jimmy apuró el asado (el braai, él es namibiense!) y, cuando los bifes estaban casi listos, se largó la lluvia de verdad. Los chicos ya se habían dormido en la carpa, así que con Sole nos turnamos para comer en la habitación que se habían tenido que alquilar Cintia y Jimmy porque se olvidaron dos parantes de su carpa. Mientras mirábamos llover, lamentábamos no habernos olvidado ningún parante nosotros. Ni una mísera estaca…
El estreno de la carpa fue, entonces, bajo la lluvia. Se la bancó muy bien, y dormimos todo lo bien que se puede en estas circunstancias. Yo me desperté varias veces a la noche con las llamadas de la empresa de alarmas que me informaban que estaba sonando la alarma del cerco perimetral en casa. Como estaba lloviendo asumí que era la humedad (la que mata) y todas las veces decidí seguir durmiendo. Por suerte tenía razón. Tanto es así que para la noche siguiente decidí apagar preventivamente el celular…
A la mañana del sábado salimos temprano a ver los animales. Un "game drive" siguiéndolo a Jimmy, nuestro experto guía espiritual. Qué se puede decir de los animales. Vean mejor las fotos en:
Estas son unas 150 de las más de 500 fotos que sacamos en dos días. Las ventajas de las cámaras digitales...
A la tardecita, después de pasar las horas más calurosas en la pileta, hicimos otro "game drive", y a la noche otro asado. Ya teníamos casi una rutina. El domingo desarmamos la carpa, hicimos un game drive largo por nuestra cuenta (ya que Cintia y compañía salían para seguir su paseo por Namibia) y a las cuatro de la tarde salimos para Windhoek. A las ocho llegamos a casa con los chicos exhaustos, pero felices. El domingo nos habíamos subido a la camioneta a las 10 de la mañana y hasta las ocho de la noche prácticamente no bajamos, salvo para hacer pipi. Tengan en cuenta que dentro del parque no te podés bajar del auto salvo en lugares muy precisos (los baños, por ejemplo), ya que siempre puede andar por ahí un leoncito o un "león pardo" como dice Mati. Finalmente, Etosha no es un zoológico, sino un verdadero parque nacional. Una aventura imperdible.
Si después de ver estas fotos todavía dudan de romper el chanchito y comprarse un billete en el vuelo de South African que desde abril va directo Buenos Aires-Johannesburgo, ya no sé qué ofrecerles... Los esperamos listos para llevarlos a Etosha, directo del aeropuerto!!
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