martes, 30 de septiembre de 2008

Postales del Cabo

Llegué ayer a Ciudad del Cabo. El primer shock: llovía a cántaros. Desde que salí de Buenos Aires que no veía llover. No es que extrañara la lluvia, no, sólo que no traía paraguas, ni piloto, y se me mojó todo el traje.

Segunda postal: la villa. La salida del aeropuerto de Ciudad del Cabo es casi directo a la villa. Una villa compacta, muy parecida a las que conocemos de Argentina. Un contraste con los asentamientos ‘light’ de Namibia. Una lluvia de realidad.

Tercera postal: el hotel Spier (www.spier.co.za) situado en una vieja bodega, rodeado de viñedos, con habitaciones antiguas muy bien recicladas. Suerte que pagaban los organizadores del congreso (los alemanes). La otra cara de Sudáfrica. Un país de contrastes (suena a frase hecha, pero no se me ocurre otra forma de describirlo). Por un lado una economía pujante. Por otro pobreza que atormenta. Todo en el marco de un gobierno que se supone, es heredero de la lucha de Mandela. Pero más, de sus luchas internas.

Cuarta postal: el congreso de BIOTA. Acababa de terminar de leer Small World, de David Lodge, regalo de cumple, y me causó mucha gracia vivirlo. El libro describe la vida de académicos ingleses en los 70m viajando por el mundo de congreso en congreso, y compitiendo por una cátedra UNESCO. Es realmente bueno, muy divertido. Yo hace años que no participaba de un congreso científico (qué mal, no?) y éste se parece mucho a lo que describe Lodge.

El trabajo: el proyecto de Angola va avanzando. Tuvimos una buena reunión en la que todas (o más bien, muchas de) las organizaciones que estamos interesadas en trabajar en los temas de biodiversidad y reservas en Angola nos pusimos de acuerdo en algunas líneas de trabajo conjuntas. Y los representantes de Angola (hablan buen castellano) estuvieron bien, aunque no tenían mucho poder de decisión, ya que el nuevo gobierno asume en dos semanas. Mientras tanto, vamos avanzando de a pasitos pequeños.

Una reflexión: en este congreso, al igual que en el seminario de la semana pasada, los participantes viven repitiendo la pregunta acerca del impacto inmediato de las investigaciones, su relación con las necesidades sociales y con resolver problemas inmediatos de los campesinos. Eso está bien, pero no puede ser la única motivación para hacer ciencia. Los países en desarrollo se tienen que dar a sí mismos la oportunidad de pensar el futuro, en abstracto. Si nosotros no pensamos, también, a largo plazo, otros lo van a hacer por nosotros. Y entonces, preocupados por las necesidades actuales de los campesinos, nos olvidamos de las necesidades futuras, de los hijos y de los nietos de esos mismos campesinos. Es una ecuación compleja: la necesidad de orientar la ciencia a las necesidades sociales, pero a la vez la necesidad de pensar a largo plazo.

En fin, perdón por la lata. Será que estoy contento porque mañana a la mañana bien temprano me vuelvo para Windhoek. Como siempre, y más aún, extraño a Sol y a los chicos. Fueron unas semanas moviditas... Encima llego y al toque quedo a cargo de la oficina. Ya les contaré...

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