Un título más preciso para esta entrada hubiera sido ‘quemá esos comentarios’, pero no suena bien, y no hay forma de quemar los bits. En cualquier caso, se trata de un pequeño homenaje a la revista Hum®, aquella con la que crecimos allá por el final de la dictadura, en los principios de los 80, cuando Charly pedía que no bombardeen Caballito y Miguel Abuelo insistía en que no nos enamoráramos de aquel marinero bengalí. Al menos a este último casi todos le hicimos caso.
Pero me estoy yendo del tema central. La idea de hoy es hacerle caso a mi hermana y empezar a responder las preguntas y, en general, a las cuestiones planteadas por ustedes, “mis fieles lectores”. Se trata de cumplir con la premisa, y la promesa, de que esto sea un diálogo.
Bloguear o no bloguear
Quiero agradecerles a todos por los comentarios, realmente me encanta leerlos y muchas veces me emocionan y hasta me han hecho lagrimear en secreto. Me hace bien saber que a pesar de la distancia (o las distancias, porque esta vida de gitanos nos ha dado amigos en todos los puntos cardenales), están ahí. Y pedirles a los que leen pero que no comentan que se animen, se pongan las pilas, que si yo puedo escribir todo esto sin ponerme colorado, imaginen ustedes.
Este es me parece el sentido de la “web 2.0”, que la comunicación sea más fácil, y que las ideas se puedan crear y discutir en forma distribuida, entre todos. Se ha dicho y escrito mucho sobre esto, sobre el poder de los blogs y la decadencia de los medios tradicionales, pero lo cierto es que, al menos para mí, con esta “nueva tecnología” no se pierde nada, se ganan nuevos caminos para los de a pie. Y te reencuentra con viejos amigos, desde la popu hasta la primaria. Por eso Maru, Vane, Manuel y todos los que juegan con la idea del blog, anímense que los queremos leer. Hilda nos da el ejemplo con los blogs de sus hijos, uno para Santi y uno para Domi!
Claro que mi osadía literaria trae aparejada (o aparejado, no consigo decidirme en el género de esta pareja) el lógico reto de mi tía docente por mis descuidos ortográficos. Me comprometo a mejorar. El word y su corrector te envaguecen (esta palabra no puede existir, pero no me aparece la viborita roja) y luego –claro- cuando no tenés instalado el corrector correcto en la máquina, no hay quien te facilite la tarea. Había apelado inicialmente a Manuel, que editó la primera entrada, pero no pude organizarme para establecer una rutina que incluya edición. Escribo la mayoría de las entradas en mi “casa” a la noche y las subo al blog cuando tengo un rato en la oficina. Y ese rato hasta ahora siempre fue un ratito. De todas maneras, mi ortografía supo ser mejor. Parece que la suma de mi capacidad ortográfica total es constante. En la medida en que aumentó en inglés, disminuyó en castellano, y ni les cuento en alemán.
Lo bueno de no tener el corrector es que me da libertad para establecer algunas pautas gramaticales propias de mi lenguaje hablado, y no escrito, como lo remarcaron tanto Marti como Chichí, sin que Bill Gates se meta. No sé si eso será un estilo, ni pretendo que lo sea, pero me siento más cómodo contando que escribiendo. Tal vez deberían ser “crónicas” namibienses.
Lo que menos me gusta de lo que escribo es mi abuso de las comillas. Pero les aseguro que mientras escribo no hago ese molesto gesto de comillas con las manos, que tanto les gusta a los canadienses. Solamente pretendo cambiar la entonación de la frase, la mayor parte de las veces para señalar que ni yo mismo me creo lo que digo, digo escribo, escribo escribo escribo…
Diario namibiense
Fuera de programa, mi papá sugiere que el nombre del blog debería ir en singular. Sin embargo, y espero que en estas últimas entradas esto se haya hecho más evidente, la idea no es llevar un diario, un desafío que me supera y que intenté una sola vez cuando vivíamos en Alemania y mi Tante Susi me regaló un “diario”. Entonces traté de hacer una crónica de mi vida cotidiana, pero a los 10 años mi vergüenza superaba por lejos mi narcisismo (cómo cambia uno), pensaba que no tenía demasiado para decir, y por lo tanto no escribí demasiado. Ojalá me hubiera animado a más. Debería igual pegarle una mirada, sé que ese diario está entre las cosas que vienen en el barco.
La cuestión es que esto no es o al menos no pretende ser “mi querido diario”, sino más bien una serie de pensamientos que les traslado sin que haga falta seguir ningún orden cronológico. Espero en algún momento poder incluir algunas anécdotas de nuestra vida anterior, en Montreal. O quién sabe en qué otras cosas puede derivar esto.
La comida
Juan, David (el colo) y por su puesto mi madre se preocupan por mi dieta. En estas situaciones, siempre fue “haz como los romanos…”
Cebra, springbok, oryx, kudu, avestruz, cocodrilo, gusanos, pez espada, hake, kingsklip (pescados), biltong, salame de caza, salchichas, knödel, fideos, hamburguesas, sandwichitos, con todo eso armé una estrategia de supervivencia. El otro día comí un tomate; me quedan tres. Y todavía no probé el bife de carne normal, de vaca, que dicen que acá es muy bueno, y hasta se atreven a compararlo con el nuestro, el mejor del mundo…
Lo que más me gustó fue el avestruz, una sorpresa, siendo que el pollo no me atrae en lo más mínimo. Evidentemente el avestruz n no es un pollo grande, es carne roja, o casi, y muy rica. La cebra también es rica, comí una especie de bife de chorizo, muy sabroso. Los pescados estaban buenos, especialmente en Lüderitz. El cocodrilo tiene un sabor particular, mezcla de pescado y pollo, no es feo, pero es más que nada para saciar la curiosidad. Lo mismo los gusanos, no da para comerse un plato, pero fritos y picantitos se entiende porqué la gente los usa como fuente de proteínas.
La globalización
Hoy en el súper intenté comprar todo namibiense. Solamente funcionó para un par de cosas, incluyendo huevos, mermelada artesanal, agua mineral, biltong, salchichas, pan, leche. Lo demás, sudafricano o, en su defecto, europeo. En el shopping abrieron un Body Shop. Y si bien no hay MacDonalds (ya vendrá, supongo), el Wimpys tiene pelotero. Y en la tienda de deportes vi las canilleras que me quería comprar antes de venir y me olvidé. En los cines del mall daban Mama Mía. Y el gimnasio del mall, de la cadena Virgin, es bastante más lindo que todos los que vi en Montreal, aunque más no sea por la pileta y los aparatos de última generación. Ya leeré los libros de Smith para comparar. Igual a mí me habían avisado, esto es África, pero para principiantes…
Es claro, de todas formas, que debe haber dos Namibias. La de Windhoek hacia el sur, que ya vi(mos) y la del norte, la frontera con Angola, donde vive la mitad de la población en una franja bastante angosta y superpoblada. Espero que tengamos la oportunidad de ver el tema de las culturas como las pinta el NYT. Igual no hay muchas chances de que lleguemos a estar acá para cuando Emma sea adolescente, como sugiere Maru. Ya encontrará su propia forma de rebelarse, y yo sufro desde ahora…
Los idiomas
En efecto, no es una mala idea que el idioma oficial sea el inglés. Es sorprendente que tanta gente lo hable a esta altura, a pesar de que recién haya comenzado a usarse como tal hace menos de veinte años. La elección del inglés tuvo que ver no solamente con la globalización, sino también con el hecho de no privilegiar ninguna lengua nativa por sobre las otras. No creo que esto hubiera sido posible antes de la globalización. Y seguro no antes de la caída del muro…
La directora, Marti, dio el discurso en inglés. Lo cual está también justificado por el hecho de que ella es trinitaria y tobaguense, es decir, caribeña, y anglófona. Seré el único argento acá –por ahora, ya falta menos-, pero no soy el único que se imagina ver su tierra a través del océano (y sin marearme!). De chiquitos, en Pinamar, siempre imaginábamos ver África del otro lado. Si miran en estos días, avisen, así me peino.
También la despedida de mi colega Mui fue en inglés. Y para tranquilidad de mi hermana y sobre todo la mía, no tuve que hablar, aunque transpiré, pensando a ver cuándo me tocaría. Me miraron de reojo en la vuelta, pero por suerte, me pasaron. Mirá si me hacían cantar!!!
La tele
Lili está preocupada por la tele. No tengo internet en el depto, así que el único entretenimiento es leer, ver la tele en tres canales, o escribir interminables entradas en el blog. En este momento, mientras escribo esto, estoy viendo el paseo que le pega el Arsenal al Newcastle de Coloccini. O sea que no es tan grave. El otro día, sí, estaba viendo un capítulo de Dr. House y el dueño del depto, y del control remoto, me cambió de canal justo en la parte más interesante… Nunca supe si había curado al paciento (obvio que sí).
Mi abuelo Valentin
En estos días estuve muy conectado con la escritura, con la alemanidad, y todas estas cosas, y por lo tanto con mi abuelo Valentin. Tanto es así que ayer compré el auto que seguro hubiera comprado él. Me di cuenta después, que el 318 era su BMW favorito. Y éste rojo, como quería Mati, y automático, como quería Sole. El lunes me lo entregan y mando fotos.
Dónde viven los monos?
Por último, y para cerrar esta entrada, queda decir que efectivamente, como lo sugiere mi madre, los monos viven en cuevas, y no sobre los árboles, que no los hay suficientes. De hecho, de una de las casas que estuve visitando para alquilar se veía una cueva (en el medio de la foto, más o menos) y aparentemente -según el dueño- se pueden ver los monos salir a la mañana y volver a la tarde. Puede que alquilemos esa, a los chicos les va a gustar!
Fotos de mi paseo dominguero por Windhoek:
http://www.facebook.com/album.php?aid=140462&l=25a7a&id=1040641924
Pero me estoy yendo del tema central. La idea de hoy es hacerle caso a mi hermana y empezar a responder las preguntas y, en general, a las cuestiones planteadas por ustedes, “mis fieles lectores”. Se trata de cumplir con la premisa, y la promesa, de que esto sea un diálogo.
Bloguear o no bloguear
Quiero agradecerles a todos por los comentarios, realmente me encanta leerlos y muchas veces me emocionan y hasta me han hecho lagrimear en secreto. Me hace bien saber que a pesar de la distancia (o las distancias, porque esta vida de gitanos nos ha dado amigos en todos los puntos cardenales), están ahí. Y pedirles a los que leen pero que no comentan que se animen, se pongan las pilas, que si yo puedo escribir todo esto sin ponerme colorado, imaginen ustedes.
Este es me parece el sentido de la “web 2.0”, que la comunicación sea más fácil, y que las ideas se puedan crear y discutir en forma distribuida, entre todos. Se ha dicho y escrito mucho sobre esto, sobre el poder de los blogs y la decadencia de los medios tradicionales, pero lo cierto es que, al menos para mí, con esta “nueva tecnología” no se pierde nada, se ganan nuevos caminos para los de a pie. Y te reencuentra con viejos amigos, desde la popu hasta la primaria. Por eso Maru, Vane, Manuel y todos los que juegan con la idea del blog, anímense que los queremos leer. Hilda nos da el ejemplo con los blogs de sus hijos, uno para Santi y uno para Domi!
Claro que mi osadía literaria trae aparejada (o aparejado, no consigo decidirme en el género de esta pareja) el lógico reto de mi tía docente por mis descuidos ortográficos. Me comprometo a mejorar. El word y su corrector te envaguecen (esta palabra no puede existir, pero no me aparece la viborita roja) y luego –claro- cuando no tenés instalado el corrector correcto en la máquina, no hay quien te facilite la tarea. Había apelado inicialmente a Manuel, que editó la primera entrada, pero no pude organizarme para establecer una rutina que incluya edición. Escribo la mayoría de las entradas en mi “casa” a la noche y las subo al blog cuando tengo un rato en la oficina. Y ese rato hasta ahora siempre fue un ratito. De todas maneras, mi ortografía supo ser mejor. Parece que la suma de mi capacidad ortográfica total es constante. En la medida en que aumentó en inglés, disminuyó en castellano, y ni les cuento en alemán.
Lo bueno de no tener el corrector es que me da libertad para establecer algunas pautas gramaticales propias de mi lenguaje hablado, y no escrito, como lo remarcaron tanto Marti como Chichí, sin que Bill Gates se meta. No sé si eso será un estilo, ni pretendo que lo sea, pero me siento más cómodo contando que escribiendo. Tal vez deberían ser “crónicas” namibienses.
Lo que menos me gusta de lo que escribo es mi abuso de las comillas. Pero les aseguro que mientras escribo no hago ese molesto gesto de comillas con las manos, que tanto les gusta a los canadienses. Solamente pretendo cambiar la entonación de la frase, la mayor parte de las veces para señalar que ni yo mismo me creo lo que digo, digo escribo, escribo escribo escribo…
Diario namibiense
Fuera de programa, mi papá sugiere que el nombre del blog debería ir en singular. Sin embargo, y espero que en estas últimas entradas esto se haya hecho más evidente, la idea no es llevar un diario, un desafío que me supera y que intenté una sola vez cuando vivíamos en Alemania y mi Tante Susi me regaló un “diario”. Entonces traté de hacer una crónica de mi vida cotidiana, pero a los 10 años mi vergüenza superaba por lejos mi narcisismo (cómo cambia uno), pensaba que no tenía demasiado para decir, y por lo tanto no escribí demasiado. Ojalá me hubiera animado a más. Debería igual pegarle una mirada, sé que ese diario está entre las cosas que vienen en el barco.
La cuestión es que esto no es o al menos no pretende ser “mi querido diario”, sino más bien una serie de pensamientos que les traslado sin que haga falta seguir ningún orden cronológico. Espero en algún momento poder incluir algunas anécdotas de nuestra vida anterior, en Montreal. O quién sabe en qué otras cosas puede derivar esto.
La comida
Juan, David (el colo) y por su puesto mi madre se preocupan por mi dieta. En estas situaciones, siempre fue “haz como los romanos…”
Cebra, springbok, oryx, kudu, avestruz, cocodrilo, gusanos, pez espada, hake, kingsklip (pescados), biltong, salame de caza, salchichas, knödel, fideos, hamburguesas, sandwichitos, con todo eso armé una estrategia de supervivencia. El otro día comí un tomate; me quedan tres. Y todavía no probé el bife de carne normal, de vaca, que dicen que acá es muy bueno, y hasta se atreven a compararlo con el nuestro, el mejor del mundo…
Lo que más me gustó fue el avestruz, una sorpresa, siendo que el pollo no me atrae en lo más mínimo. Evidentemente el avestruz n no es un pollo grande, es carne roja, o casi, y muy rica. La cebra también es rica, comí una especie de bife de chorizo, muy sabroso. Los pescados estaban buenos, especialmente en Lüderitz. El cocodrilo tiene un sabor particular, mezcla de pescado y pollo, no es feo, pero es más que nada para saciar la curiosidad. Lo mismo los gusanos, no da para comerse un plato, pero fritos y picantitos se entiende porqué la gente los usa como fuente de proteínas.
La globalización
Hoy en el súper intenté comprar todo namibiense. Solamente funcionó para un par de cosas, incluyendo huevos, mermelada artesanal, agua mineral, biltong, salchichas, pan, leche. Lo demás, sudafricano o, en su defecto, europeo. En el shopping abrieron un Body Shop. Y si bien no hay MacDonalds (ya vendrá, supongo), el Wimpys tiene pelotero. Y en la tienda de deportes vi las canilleras que me quería comprar antes de venir y me olvidé. En los cines del mall daban Mama Mía. Y el gimnasio del mall, de la cadena Virgin, es bastante más lindo que todos los que vi en Montreal, aunque más no sea por la pileta y los aparatos de última generación. Ya leeré los libros de Smith para comparar. Igual a mí me habían avisado, esto es África, pero para principiantes…
Es claro, de todas formas, que debe haber dos Namibias. La de Windhoek hacia el sur, que ya vi(mos) y la del norte, la frontera con Angola, donde vive la mitad de la población en una franja bastante angosta y superpoblada. Espero que tengamos la oportunidad de ver el tema de las culturas como las pinta el NYT. Igual no hay muchas chances de que lleguemos a estar acá para cuando Emma sea adolescente, como sugiere Maru. Ya encontrará su propia forma de rebelarse, y yo sufro desde ahora…
Los idiomas
En efecto, no es una mala idea que el idioma oficial sea el inglés. Es sorprendente que tanta gente lo hable a esta altura, a pesar de que recién haya comenzado a usarse como tal hace menos de veinte años. La elección del inglés tuvo que ver no solamente con la globalización, sino también con el hecho de no privilegiar ninguna lengua nativa por sobre las otras. No creo que esto hubiera sido posible antes de la globalización. Y seguro no antes de la caída del muro…
La directora, Marti, dio el discurso en inglés. Lo cual está también justificado por el hecho de que ella es trinitaria y tobaguense, es decir, caribeña, y anglófona. Seré el único argento acá –por ahora, ya falta menos-, pero no soy el único que se imagina ver su tierra a través del océano (y sin marearme!). De chiquitos, en Pinamar, siempre imaginábamos ver África del otro lado. Si miran en estos días, avisen, así me peino.
También la despedida de mi colega Mui fue en inglés. Y para tranquilidad de mi hermana y sobre todo la mía, no tuve que hablar, aunque transpiré, pensando a ver cuándo me tocaría. Me miraron de reojo en la vuelta, pero por suerte, me pasaron. Mirá si me hacían cantar!!!
La tele
Lili está preocupada por la tele. No tengo internet en el depto, así que el único entretenimiento es leer, ver la tele en tres canales, o escribir interminables entradas en el blog. En este momento, mientras escribo esto, estoy viendo el paseo que le pega el Arsenal al Newcastle de Coloccini. O sea que no es tan grave. El otro día, sí, estaba viendo un capítulo de Dr. House y el dueño del depto, y del control remoto, me cambió de canal justo en la parte más interesante… Nunca supe si había curado al paciento (obvio que sí).
Mi abuelo Valentin
En estos días estuve muy conectado con la escritura, con la alemanidad, y todas estas cosas, y por lo tanto con mi abuelo Valentin. Tanto es así que ayer compré el auto que seguro hubiera comprado él. Me di cuenta después, que el 318 era su BMW favorito. Y éste rojo, como quería Mati, y automático, como quería Sole. El lunes me lo entregan y mando fotos.
Dónde viven los monos?
Por último, y para cerrar esta entrada, queda decir que efectivamente, como lo sugiere mi madre, los monos viven en cuevas, y no sobre los árboles, que no los hay suficientes. De hecho, de una de las casas que estuve visitando para alquilar se veía una cueva (en el medio de la foto, más o menos) y aparentemente -según el dueño- se pueden ver los monos salir a la mañana y volver a la tarde. Puede que alquilemos esa, a los chicos les va a gustar!
Fotos de mi paseo dominguero por Windhoek:
http://www.facebook.com/album.php?aid=140462&l=25a7a&id=1040641924
6 comentarios:
dankie (!) por hacerme caso y contestar las preguntas, aunque ya hayamos olvidado cuáles eran nuestras y cuáles ajenas.
tus comentarios iniciales sobre charly & cia me hicieron pensar que hoy algunos vecinos de caballito con gusto bombardearían su barrio para tirar abajo las torres que lo arruinaron. qué sabés del código edilicio de windhoek? chiste...
totsiens!
martina
Estimado aventurero,
Si bien ya pertenecías al sistema de Naciones Unidas, y tu aventura había comenzado en Montreal, creo que no hasta hoy merecías el mote de aventurero, ya que la vida namibiense bien parece estar tomada por la aventura (superando incluso a la que podíamos imaginarnos de chicos viendo Daktari y el león visco, Clarence).
Espero que tengan mejor suerte que los famosos exploradores del Africa profunda, y puedan seguir escribiendo estas notas sobre la vida cotidiana por allá.
Abrazo!
Willy
no te olvides que a la semana de llegar a Montreal commos cocodrilo, en un restaurante africano que nunca volvmos a encontrar......
a la semana de haber llegado, comimos cocodrilo, a veces no me andan las ies y otras no me anda la gramática.......
En Chile comimos varias veces AveStruz o Ñandú. Es muy comun allá, y muy sabroso. Tu Knódelma.
Ya por fin fui a leer el blog, desde el inicio...
Los pacientes de Dr. House a veces se muren.
Otros se mueren de aburrirse... veo. Que bueno tener familia en estos casos.
Rigas
Publicar un comentario